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Hay un aspecto fundamental en todo este proceso del reciclaje de áridos que a veces pasa desapercibido: el transporte de los residuos.

No basta con tener una buena planta de tratamiento, ni con que los materiales se puedan valorizar. El sistema solo funciona si se asegura la trazabilidad completa desde el momento en que los residuos salen de la obra hasta que entran en la instalación de reciclaje.

Para ello, los transportistas que recogen estos residuos deben estar inscritos oficialmente como transportistas de residuos no peligrosos. Esto no es un mero trámite administrativo: es una garantía legal y ambiental.

Además, cada vez que un camión llega a la planta con un vertido, está obligado a presentar el Documento de Identificación de Residuos (D.I.R.). Este documento recoge datos clave:

. De dónde procede el material,

. Qué tipo de residuo se está entregando,

.Quién lo transporta y bajo qué autorización,

. Y a qué gestor se entrega.

Este control documental es lo que permite que el sistema sea trazable y transparente. Por eso, cuando hablamos de economía circular en la construcción, no podemos pensar solo en la parte técnica de la planta de reciclaje. Tenemos que subrayar que el transporte certificado y la documentación obligatoria son la columna vertebral de la trazabilidad.